jueves, 10 de enero de 2008

Guillermo II

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Guillermo II (Wilhelm II en alemán), Friedrich Wilhelm Viktor Albrecht von Hohenzollern (27 de enero de 1859 – † 4 de junio de 1941) fue el último emperador alemán (Káiser) y el último rey (König) de Prusia. Gobernó entre 1888 y 1918. Hijo de Federico III y de la princesa Victoria de Gran Bretaña, fue proclamado emperador, tras el breve reinado de su padre.
Primeros años Guillermo nació en Berlín. Era hijo de Federico III de Alemania y de su esposa Victoria. Su madre era tía de la emperatriz de Rusia Alexandra Fyodorovna Romanov, esposa del zar Nicolás II, y hermana de Eduardo VII del Reino Unido. Nació con una deformidad del brazo, debido a dificultades en el parto.Análisis recientes de documentos sobre su nacimiento, almacenados en los Archivos Imperiales, han sugerido que Guillermo II pudo también haber experimentado trauma cerebral. Los historiadores no han podido determinar si tal incapacidad mental pudo haber contribuido a su agresividad, testarudez y falta de tacto con las personas y a la hora de enfrentar problemas, lo cual era evidente en su vida política y personal. Tal enfoque ciertamente estropeó la política alemana bajo su liderazgo, ejemplificándose principalmente en eventos como el despido del cauteloso Otto von Bismarck. El kaiser tuvo una relación difícil con su madre, quien era fría con él, y se sentía en cierta manera culpable por la deformidad de su hijo, tratando en muchas ocasiones de corregirla a través de un riguroso régimen de ejercicio. Resulta interesante que, dados sus orígenes ingleses, Victoria haya tratado de inculcar en su hijo un sentido de supremacía británica en muchos aspectos. Insistía en llamar a sus hijos por sus nombres en inglés: a Wilhelm lo llamaba "William" y a su segundo hijo Heinrich le llamaba "Henry". El futuro kaiser sentía un profundo respeto por Gran Bretaña y por los ingleses. Esto se dio desde las etapas más tempranas de su desarrollo.Guillermo fue educado en Kassel en el instituto Friedrichsgymnasium y en la Universidad de Bonn. Guillermo poseía una mente muy ágil, que era frecuentemente opacada por su temperamento cascarrabias. Tenía cierto interés por la ciencia y la tecnología del periodo, pero gustaba de hacer notar a la gente que él era un hombre del mundo, perteneciente a un orden distinto de la raza humana, designada a la monarquía. Guillermo era acusado de megalomanía, en 1894, por el pacifista alemán Ludwig Quidde.Como vástago de la casa real de Hohenzollern, Guillermo estuvo, desde una edad temprana, expuesto a la sociedad militar de la aristocracia prusiana. No es necesario mencionar que esto fue un elemento importantísimo en su vida, ya que se puede notar con facilidad que en su madurez era raro verlo sin el uniforme militar. Esta cultura militar del periodo tuvo un gran papel al forjar el carácter político de Guillermo, así como sus relaciones personales.La relación de Guillermo con los demás miembros de su familia era tan interesante como la que tenía con su madre. Veía a su padre con un profundo amor y respeto. La posición de su padre como héroe de las guerras de unificación fue responsable de la actitud del joven Guillermo, ya que en las circunstancias en las que fue criado, el contacto emocional cercano entre padre e hijo no era muy alentado. Más tarde, cuando estuvo en contacto con los opositores políticos de su padre, Guillermo adoptó sentimientos ambivalentes hacia su padre, dada la notable influencia de su madre sobre una figura que debió haber sido de independencia masculina y de fuerza.Guillermo también idolatraba a su abuelo, Guillermo I de Alemania, y posteriormente intentó implementar una cultura del primer emperador alemán como "Guillermo el Grande". Guillermo I murió en Berlín el 9 de marzo de 1888, y el padre del príncipe Guillermo fue proclamado emperador como Federico III de Alemania. Federico murió de cáncer de garganta, y el 15 de junio de ese mismo año, su hijo de 29 años lo sucedió como Emperador de Alemania y Rey de Prusia.Vida social y política de 1888 a 1900 Aunque en su juventud había sido un gran admirador de Otto von Bismarck, la impaciencia característica de Guillermo lo llevó rápidamente a un conflicto con el "Canciller de Hierro", la figura dominante en la fundación de su imperio. Además, el joven emperador tenía la determinación de reinar y administrar al mismo tiempo, a diferencia de su abuelo, que solía encargar la administración diaria al brillante Bismarck.Los primeros conflictos entre Guillermo II y su canciller pronto envenenaron la relación entre los dos hombres. Bismarck creía que Guillermo era un hombre ligero, que podía ser dominado, y mostraba respeto por las ambiciones de éste en la década de 1880. Luego de un intento de Bismarck de introducir una ley anti-socialista de largo alcance a principios de la década de 1890, la separación final entre el monarca y el hombre de estado ocurrió pronto. Guillermo no estaba dispuesto a iniciar su reinado con una masacre al por mayor de trabajadores industriales, y despidió a Bismarck en 1890.Guillermo designó a Leo von Caprivi para tomar el lugar de Bismarck, que posteriormente fue sustituido por el Príncipe Chlodwig zu Hohenlohe-Schillingsfürst en 1894. Al designar a Caprivi y luego a Hohenlohe, Guillermo se embarcaba en lo que se conoce como "el nuevo curso", por medio del cual esperaba ejercer una decisiva influencia en el gobierno del imperio. Los historiadores debaten acerca del grado de éxito que tuvo Guillermo al implementar el "gobierno personal" en su época. Pero queda clara la diferencia que existía entre la corona y el canciller en el periodo de Guillermo II. Estos cancilleres eran servidores civiles veteranos, no eran hombres de estado, políticos, como Bismarck lo fue. Guillermo quiso evitar el resurgimiento de Bismarck, el "canciller de Hierro", a quien detestaba, llamándolo "viejo grosero y aguafiestas". Bismarck jamás había permitido a ningún ministro ver en persona al emperador sin estar él presente, manteniendo así su influencia y su poder político. Luego de su retiro forzado, hasta el día de su muerte, Bismarck se convirtió en un duro crítico de las políticas de Guillermo, pero sin el apoyo del árbitro supremo de todas las designaciones políticas (el emperador), había poca oportunidad para que el viejo canciller pudiera ejercer alguna influencia.Algo que Bismarck pudo lograr fue la creación del "Mito Bismarck". Esta visión (que algunos dirían que fue confirmada por eventos subsecuentes) sostenía que con el despido de Bismarck, Guillermo II había destruido cualquier posibilidad de que Alemania tuviera un gobierno estable y efectivo. Desde este punto de vista, el "nuevo curso" de Guillermo se caracterizó por al descontrol del gobierno alemán, eventualmente conduciendo a la nación por una serie de crisis a los horrores de las dos guerras mundiales. Pero en realidad, Guillermo estuvo probablemente en lo correcto al depedir a Bismarck, un hombre cuyas habilidades políticas estaban disminuyendo y que se había vuelto peligrosamente hostil con los elementos socialistas dentro del Reich.Vida social y política de 1900 a 1914

Tras el despido de Hohenlohe en 1900, Guillermo designó canciller al hombre a quien llamaba "su propio Bismarck", el príncipe Bernhard von Bülow. Guillermo esperaba encontrar en Bülow un hombre que combinara la habilidad del Canciller de Hierro con el respeto a los deseos del Kaiser, lo que permitiría al imperio ser gobernado como creyera conveniente. Guillermo ya había notado el enorme potencial de Bülow, y muchos historiadores piensan que su designación como canciller no fue más que la conclusión de un largo periodo de "arreglos". Sin embargo, durante la década siguiente, Guillermo se desilusionó de su decisión, y en vista de la oposición de Bülow sobre el "Asunto del Daily Telegraph" de 1908 y otros más, el Kaiser despidió a Bülow y designó en su lugar a Theobald von Bethmann-Hollweg en 1909.Bethmann era un burócrata de profesión, y con cuya familia había permanecido Guillermo cuando era joven. El Kaiser llegó a sentir un gran respeto por Bethmann-Hollweg, pero a pesar de eso, no estuvo de acuerdo con ciertas políticas de Bethmann, tales como sus intentos de reformar las leyes electorales prusianas.La participación de Guillermo en la esfera doméstica estuvo más limitada a principios del siglo XX que lo que había estado a principios de su reinado. Esto se debió, en parte, a la designación de Bülow y Bethmann (hombres de mucho más carácter que los primeros cancilleres de Guillermo), pero también se debió a su creciente interés por los asuntos exteriores.Política exterior de 1888 a 1914 La política exterior alemana durante el reinado de Guillermo II enfrentó varios problemas significativos. Probablemente el más aparente fue que Guillermo, un hombre impaciente por naturaleza, subjetivo en sus reacciones y afectado fuertemente por sus impulsos y sentimientos, no estaba personalmente preparado para conducir la política exterior alemana por un camino racional. Esta debilidad también lo hacía vulnerable a la manipulación por intereses de la élite de la política exterior alemana, y eventos subsecuentes lo demostrarían.Luego del despido de Bismarck, Guillermo y su nuevo canciller se dieron cuenta de la existencia del "Tratado de Reaseguro" con el Imperio Ruso, el cual era secreto y había sido concluido por Bismarck en 1887. La negativa de Guillermo de renovar este acuerdo (que garantizaba la neutralidad de Rusia en caso de un ataque por Francia) fue vista por muchos historiadores como la peor ofensa cometida por Guillermo en términos de política exterior. En realidad, la decisión de permitir el vencimiento del tratado fue principalmente responsabilidad de Caprivi, aunque Guillermo apoyaba las acciones de su canciller. Es importante no sobreestimar la influencia del Emperador en materia de política exterior después del despido de Bismarck, pero es cierto que su participación contribuyó a la falta general de coherencia y consistencia de la política del Imperio Alemán con otras potencias.Un ejemplo típico de esto fue su relación de "amor-odio" con el Reino Unido, y en particular con sus primos británicos. Un conflicto armado con Gran Bretaña nunca fue totalmente descartado por Guillermo, quien a menudo abrigaba sentimientos anti-británicos dentro de los principales ámbitos del gobierno alemán, a pesar de lo que su madre le había inculcado en su juventud. Cuando la guerra estalló en 1914, Guillermo creyó sinceramente que era víctima de una conspiración diplomática fraguada por su tío Eduardo VII del Reino Unido, en la cual Gran Bretaña había buscado activamente "rodear" a Alemania a través de la conclusión de la Entente Cordiale con Francia en 1904 y un acuerdo similar con Rusia en 1907. Esto es un indicativo del hecho de que Guillermo tenía un sentimiento bastante irreal sobre la importancia de la "diplomacia personal" entre los monarcas europeos, y no podía comprender que la totalmente diferente posición constitucional de sus primos británicos hacía esto bastante irrelevante.Similarmente, él creía que su relación personal con su primo el zar Nicolás II de Rusia era suficiente para evitar la guerra entre los dos países. Durante una reunión privada en Björkö en 1905, Guillermo concluyó un acuerdo con su primo. El Kaiser ascendió dicho acuerdo a un tratado de alianza, sin antes consultarlo con Bülow. Una situación similar confrontó el zar Nicolás durante su regreso a San Petersburgo, y el tratado era, como resultado, inválido. Pero Guillermo creyó que Bülow lo había traicionado, y ese hecho contribuyó al creciente sentimiento de insatisfacción hacia el hombre que consideró que sería su más leal sirviente. En términos muy similares a los de la "diplomacia personal" en Björkö, sus intentos por evitar una guerra con Rusia por medio de un intercambio de telegramas con Nicolás II en los últimos días antes del estallido de la Primera Guerra Mundial no surtieron efecto debido a la realidad política de las potencias europeas. Sus intentos por atraer a Rusia estaban seriamente fuera de lugar a causa de la existencia de sus compromisos con Austria-Hungría. En caballerosa fidelidad a la alianza con Austria, Guillermo informó al emperador austriaco Francisco José en 1889 que "el día de la movilización austrohúngara sería también el día de la movilización alemana." En caso de darse esta movilización austriaca, era más probable que se diera en contra de Rusia, por tanto, una política de alianza con Rusia y Austria a la vez era imposible.
Actualmente, es ampliamente reconocido que los diversos actos espectaculares que Guillermo llevó a cabo en la esfera internacional eran a menudo parcialmente alentadas por la élite alemana de política exterior. Hubo un número de excepciones clave, tales como el famoso "telegrama Kruger" de Transvaal sobre la supresión de "la redada de Jameson", agravando así la opinión pública británica. Aunque su impacto total se sintió años después, su discurso del 27 de Julio de 1900, en el que se exhortó a las tropas alemanas que habían sido enviadas para calmar la Rebelión de los Bóxers a emular a los antiguos hunos ("hagan que la palabra "Alemán" sea recordada en China durante mil años, de forma que ningún chino vuelva a atreverse siquiera a mirar mal a un alemán"), es otro ejemplo de su desafortunada inclinación a sus expresiones públicas impolíticas.Probablemente, el error personal más dañino cometido por Guillermo en la esfera de la política exterior tuvo más impacto en Alemania que en el resto del mundo. El asunto del "Daily Telegraph" de 1908 se derivó de la publicación de ciertas opiniones de Guillermo en una edición del diario británico de ese nombre. Guillermo vio esto como una oportunidad para promover sus ideas y puntos de vista en cuanto a la relación diplomática entre Alemania y el Reino Unido, pero en su lugar, debido a sus arrebatos emocionales durante la entrevista, Guillermo terminó negando no sólo a los británicos, sino también a los rusos, franceses y japoneses, sosteniendo que a los alemanes no les importaban los británicos; que los franceses y los rusos habían tratado de instigar a Alemania a intervenir en la Segunda Guerra de los Bóer; y que el desarrollo naval alemán estaba enfocado a frenar a los japoneses, no a los británicos. El efecto en Alemania fue bastante masivo, con serias llamadas para su abdicación mencionadas en la prensa. Comprensiblemente, Guillermo mantuvo un perfil muy bajo luego del fiasco del "Daily Telegraph", y posteriormente concretó su venganza forzando la renuncia del príncipe von Bülow, quien había abandonado el Emperador a la crítica pública asumiendo públicamente cierta responsabilidad por no haber editado la transcripción de la entrevista antes de su publicación.
La crisis del "Daily Telegraph" hirió profundamente la previamente dañada autoconfianza de Guillermo, tanto que pronto sufrió de depresión clínica severa, de la cual nunca se recuperó realmente. A patir de ese momento perdió mucha de la influencia que con anterioridad había ejercido en términos de política exterior y doméstica.En algunos casos, los errores diplomáticos de Guillermo II eran parte de una política de más alcance emanada de la élite gobernante alemana. Una de tales acciones detonó la Primera Crisis de Marruecos en 1906, cuando Guillermo fue persuadido (muy en contra de sus deseos) a realizar una espectacular visita a Marruecos. Su presencia fue vista como una aserción de los intereses alemanes en Marruecos, e incluso hizo ciertas afirmaciones a favor de la independencia de Marruecos en un discurso. Esto lo condujo a una cierta fricción con Francia, que tenía intereses coloniales en ese país. Sin embargo, nada de lo que Guillermo II hizo en el ámbito internacional tuvo más influencia que su decisión de llevar a cabo una política de construcción naval masiva.Expansión navalUna armada poderosa era el principal proyecto de Guillermo. Había heredado de su madre el amor por la Royal Navy británica (la más poderosa del mundo) y cierta vez confesó a su tío Eduardo VII que su sueño era tener "una flota propia algún día", como los británicos. Guillermo se sentía frustrado debido a que la flota alemana era escasa en comparación con la flota británica, así como por su incapacidad de ejercer una influencia alemana en Sudáfrica. Luego del escándalo del "telegrama Kruger", Guillermo comenzó a emprender acciones para iniciar la construcción de una flota que pudiera rivalizar con la de sus primos británicos. Guillermo tuvo la fortuna de llamar a su servicio al dinámico oficial naval Alfred von Tirpitz, a quien designó comandante general de la Oficina Naval del Reich en 1897.El nuevo almirante había concebido lo que más tarde fue conocido como el "plan Tirpitz", por medio del cual Alemania podría forzar a Gran Bretaña a acceder a sus demandas en el ámbito internacional a través de la amenaza de una fota poderosa concentrada en el Mar del Norte. Tirpitz disfrutaba del total apoyo de Guillermo en el apoyo de cuentas navales sucesivas de 1897 y 1900, por medio de las cuales la armada alemana se reforzaba para contender con la armada británica. La expansión naval en ese periodo eventualmente causó en Alemania severas crisis financieras para 1914. Guillermo se enfocó en la construcción de acorazados de gran tamaño.La Gran Guerra Es difícil argumentar que Guillermo buscase activamente desatar la Primera Guerra Mundial. A pesar de que tenía ambiciones para que el Imperio Alemán fuera una potencia mundial, nunca fue intención de Guillermo conjurar un conflicto de gran escala para lograr tales fines. A pesar de saber que una guerra mundial era inminente, hizo grandes esfuerzos para preservar la paz, como su correspondencia con Nicolás II y su interpretación optimista del ultimátum austrohúngaro, de que las tropas de esa potencia no irían más lejos de Belgrado, limitando así el conflicto. Pero cuando ya era demasiado tarde, para los ansiosos oficiales militares y para la Oficina de Asuntos Exteriores de Alemania fue posible persuadir al Kaiser de que firmara la orden de movilización. La referencia británica contemporánea de la Primera Guerra Mundial de ser "la Guerra del Kaiser", de la misma manera que la Segunda Guerra Mundial fue llamada "la Guerra de Hitler", es vista actualmente como infundada (y hasta cierto punto injusta) al sugerir que Guillermo fuera personalmente culpable de desatar el conflicto. Se dice que al firmar la orden de movilización, Guillermo exclamó: "se arrepentirán de esto, caballeros".La sombra del Kaiser El papel de árbitro en los asuntos de política exterior en tiempos de guerra probó ser una carga demasiado pesada para Guillermo. A medida que la guerra progresaba, su influencia decaía e, inevitablemente, su falta de habilidad en materia militar lo condujo a una progresiva dependencia de sus generales, tanto que después de 1916, el Imperio se había convertido en una dictadura militar bajo el control de Paul von Hindenburg y Erich Ludendorff. Alejado de la realidad y del proceso político de toma de decisiones, Guillermo vacilaba entre el derrotismo y los sueños de victoria, dependiendo de la fortuna de "sus" ejércitos. Continuó siendo una útil figura, viajaba por las líneas del frente, repartía medallas y daba alentadores discursos.No obstante, Guillermo seguía teniendo la máxima autoridad en materia de designaciones políticas, y sólo con su consentimiento se podían hacer cambios importantes en el Alto Mando. Guillermo estaba a favor del despido de Helmut von Moltke en 1915 y de su reemplazo por Erich von Falkenhayn. Similarmente, Guillermo fue instrumento de la política de inactividad adoptada por la Flota de Alta Mar alemana luego de la batalla de Jutlandia en 1916. De la misma forma, en gran medida se debe a su sentido de sufrimiento que Guillermo haya tratado de tomar un papel predominante en la crisis de 1918. Se dio cuenta de la necesidad de un armisticio y no consideraba que Alemania debería desangrarse por una causa perdida.Abdicación y huida Guillermo se encontraba en el cuartel general del Ejército Imperial en Spa (Bélgica) a finales de 1918. El "motín de Wilhelmshaven", surgido en la Kaiserliche Marine (marina imperial alemana) lo conmocionó profundamente. Luego del estallido de la Revolución Alemana, Guillermo no podía decidirse acerca de si abdicar o no. Hasta ese punto, confiaba que incluso si era obligado a abandonar el trono alemán, aún tendría el control sobre el reino de Prusia, manteniendo su título. La irrealidad de esto fue revelada cuando, con el fin de preservar alguna forma de gobierno en tiempos de anarquía, la abdicación de Guillermo como Emperador de Alemania y como rey de Prusia fue anunciada por el Canciller, el príncipe Max von Baden, el 9 de noviembre de 1918. De hecho, el mismo von Baden fue obligado a renunciar más tarde ese mismo día, cuando quedó claro que sólo Friedrich Ebert, líder del SPD, podría ejercer un control efectivo.Guillermo aceptó la abdicación sólo después de que Ludendorff fuera reemplazado por el general Wilhelm Groener. Éste último le informó que el ejército se retiraría bajo las órdenes de Hindenburg, pero que no lucharía para ayudar a Guillermo a recuperar el trono. La monarquía había perdido a su último y más fuerte apoyo, y finalmente el mismo Hindenburg (que estaba a favor de la monarquía) fue obligado (con cierta vergüenza) a aconsejar al Emperador que presentara su abdicación.Al día siguiente, el ex-emperador Guillermo II cruzó la frontera alemana en tren para su exilio en los Países Bajos, que se había mantenido neutral durante la guerra. Tras la conclusión del Tratado de Versalles en 1919, el artículo 227 del mismo estipulaba la persecución legal contra Guillermo "por haber cometido una ofensa suprema en contra de la moralidad internacional y la santidad de los tratados", pero la Reina Guillermina se rehusó a extraditarlo, a pesar de las apelaciones por parte de los Aliados. El emperador se asentó en Amerongen, y luego se le otorgó un pequeño castillo en la municipalidad de Doorn, el cual fue su hogar por el resto de su vida.Vida en el exilio En 1922, Guillermo publicó el primer volumen de sus memorias, un pequeño volumen que, sin embargo, reveló la extraordinaria memoria de Guillermo. En ellas afirmaba Guillermo que no era el culpable de haber desatado la Gran Guerra y defendía su conducta a lo largo de su reinado, especialmente en materias de política exterior. Durante los 20 años restantes de su vida, el envejecido emperador regularmente entretenía a sus huéspedes y se mantenía informado de los acontecimientos. Gran parte de su vida en el exilio pasó cortando madera (un pasatiempo que descubrió desde que llegó a los Países Bajos). Parecería que su actitud hacia Gran Bretaña y los ingleses finalmente se unió en este período en un deseo tibio de emular las costumbres inglesas. Se dice que lo primero que Guillermo pidió, luego de llegar a los Países Bajos, fue "una buena taza de té británico". No siendo capaz de volver a llamar a su barbero de la corte, y en parte debido a su deseo de disfrazar sus características físicas, Guillermo se dejó crecer una barba completa, permitiendo así que su famoso bigote se inclinara hacia abajo.A principios de la década de 1930, Guillermo aparentemente esperaba que la victoria del Partido nazi estimularía el interés por el resurgimiento de la monarquía. Su segunda esposa, Hermine, pidió activamente al gobierno nazi beneficios para su esposo, pero el desprecio de Adolf Hitler por el hombre que había contribuido a la peor derrota de Alemania, y su propio deseo de poder, evitaron la restauración de Guillermo en la monarquía. A pesar de haber recibido a Hermann Goering en Doorn al menos en una ocasión, Guillermo desconfiaba de Hitler, pese a que admiraba enormemente el éxito que éste había logrado en los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial, e incluso envió un telegrama de felicitaciones luego de la caída de París en 1940. Sin embargo, tras la invasión nazi de los Países Bajos ese mismo año, el anciano Guillermo se retiró completamente de la vída pública.Guillermo II murió de embolia pulmonar en Doorn (Países Bajos) el 5 de junio de 1941, con soldados alemanes custodiando las puertas de su residencia. No obstante, se dice que Hitler se disgustó de que el ex-monarca tuviera una guardia de honor de tropas alemanas y al enterarse por poco manda fusilar al general que ordenó esto. Guillermo II fue sepultado en un mausoleo en las tierras de Huis Doorn, que desde entonces se han convertido en un lugar de peregrinaje de los monárquicos alemanes.Se respetaron los deseos de Guillermo, de que sus restos nunca fueran devueltos a Alemania hasta que se restaurase la monarquía, y las autoridades nazis de ocupación permitieron que se realizara un pequeño funeral militar. Pero no se respetó la petición de Guillermo, de que la esvástica y otros símbolos nazis no se desplegaran en sus funerales.Familia El 27 de febrero de 1881, Guillermo II, entonces Príncipe de Prusia, se casó con la princesa Augusta Victoria de Holstein-Sonderburg-Augustenburg (1858-1921), con la que tuvo siete hijos:• Wilhelm, príncipe heredero de Alemania y Prusia (1882-1951). • Eitel Friederich (1883-1942). • Adalbert (1884-1948). • August Wilhelm (1887-1949). • Oskar (1888-1958). • Joachim (1890-1920). • Victoria Luisa, esposa del príncipe Ernesto Augusto de Hanover (1892-1980).
Después de la muerte de Augusta Victoria, Guillermo II contrajo matrimonio con la princesa Herminia von Schoenaich el 9 de noviembre de 1922. No tuvo descendencia de su segundo matrimonio.De Wikipedia, la enciclopedia libre

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